La cocina es su pasión. El amor que siente por ella es tan grande que dejó los números con los que trabajaba en una compañía de impuestos para dedicarse de lleno a la actividad con su propio taller culinario.
La historia es de Catalina Sánchez Ducca, una licenciada en Administración de Empresas que se define como influenciadora en salud. Esta tucumana de 32 años asegura que, gracias a su emprendimiento, está cumpliendo un sueño. Y por medio de él, quiere dejar un mensaje: el secreto del emprendedurismo no está en esperar el “momento justo”, sino en confiar y empezar un negocio luego de tener una idea.
Con “CocinArte”, Sánchez Ducca dicta clases de cocina saludable. Su especialidad son los alimentos veganos y la misión -dice- es lograr que los clientes adopten dietas nutritivas que les brinden vitalidad. Con esos propósitos, la joven se recibió de chef naturista el año pasado y, ahora, está realizando una tecnicatura en Nutrición. Aún así, su vida siempre estuvo marcada por la cocina. Según explica, ya había realizado distintos talleres y hace diez años, durante el cursado de su carrera de grado, había trabajado un semestre en un restaurante de Estados Unidos.
El emprendimiento, emplazado en Yerba Buena, comenzó hace siete años en la cocina de su casa. Por aquellos tiempos, la principal actividad era la venta de menús a bancos y oficinas de esa ciudad. “Buscaba generar un mercado que no estaba desarrollado. Quería ofrecerles a esos trabajadores algo rico y casero”, recuerda la chef, que es madre de una niña de dos años y medio.
Justamente, la maternidad fue otro de los motivos que impulsaron a Sánchez Ducca a dejar hace tres años su empleo de casi una década para destinar todo su tiempo al negocio gastronómico. “Cuando vi que esto ya era rentable, puse las cosas en una balanza. El esfuerzo físico ya era demasiado grande y en el medio fui mamá”, cuenta. Y agrega: “tuve otra visión de la vida. Quiero que mi hija crezca viéndome hacer lo que me gusta”.
La importancia de la contabilidad
Si bien Sánchez Ducca no es contadora, reconoce que su experiencia laboral previa y su formación profesional le permitieron llevar las cuentas de “CocinArte” de manera ordenada. Así, habiendo empezado con una inversión “muy baja”, logró después de un tiempo abrir el estudio de cocina propio, en donde dicta las clases e invita a chefs de otras partes del país a ofrecer cursos. La joven calcula que, sólo durante el año pasado, cerca de 400 clientes acudieron al negocio.
“En su momento busqué algún tipo de apoyo al emprendedor, pero resultaba demasiado tedioso”, se queja. Aquella traba no le impidió seguir adelante y conseguir que el estudio sea rentable. “Cuando uno tiene una buena idea y le pone todas las energías para desarrollarla, las cosas salen bien”, reflexiona Sánchez Ducca.
Ahora, dice que va camino a una renovación: quiere que el emprendimiento funcione sin la necesidad de que ella esté siempre presente. Por ello, vende “videorrecetas” en su página web e inició la escritura de un libro. En un futuro, la intención es proyectarse y que también sean comprados en el exterior.
La receta de "Cocinarte"
1. Perseverancia y esfuerzo
El camino emprendedor de Sánchez Ducca no estuvo excento de dificultades. Además de lidiar con la crisis económica que encarece el valor de los productos que usa, expresa que tuvo que diferenciarse de la competencia para subsistir. “La constancia y los detalles son clave. Es necesario comprar servicios para mejorar la calidad y hacer buen uso de las redes”, indica.
2. Diversificar la oferta
Gracias a su trabajo, la chef ahora es revendedora de una conocida marca de ollas. Según explica, eso le permitió ampliar la oferta de sus servicios culinarios.